23.11.16

Champions: Sevilla 1-3 Juventus, atraco en el Pizjuán

No vamos a negar que la Champions es la competición máxima a la que puede aspirar cualquier equipo europeo y que, por consiguiente, no es una competición para equipos débiles ni bisoños. A la Champions hay que llegar llorados. En Champions, no se puede perdonar. Si vas ganando, no puedes perder. Pero ayer pudimos comprobar que toda esta nobleza y grandeza que adornan a la máxima competición futbolística del mundo, se puede ir al traste si un árbitro, un pésimo árbitro como Clattenburg, así lo desea. La expulsión del Mudo, absolutamente excesiva, nos dejó tocados en el minuto 36. El penalti, de esos que no se pitan jamás en una liga cualquiera, y que fue precedido de una falta de los atacantes, destrozó las ilusiones de un Sevilla mermado. Sampaoli estalló en el borde del área, y también vio la roja. Podríamos pedir más aplomo a los nuestros, pero lo de ayer fue una adulteración absoluta de la competición. Un atraco. Bien por la UEFA, bien. Si lo que desea la UEFA es dar un correctivo a los equipos con ultras violentos, ayer nos dio uno y de los buenos. Y es que por más que lo digamos no terminamos de convencernos. Hay que expulsar a los violentos del fútbol español. No representan a nadie. No son aficionados de nada. Son unos energúmenos asociales que deben estar fuera de los estadios y dentro de las prisiones. NO A LA VIOLENCIA EN EL FÚTBOL.