El Sevilla hizo un tímido intento durante los primeros veinte minutos de controlar el balón y crear ocasiones de gol. Creemos que fueron los mejores veinte minutos de los últimos diez partidos. Luego, llegó el desgraciado rebote del balón en nuestra defensa que E'toó aprovechó inmisericordemente. A partir de ahí, sólo hubo un equipo en el terreno de juego. Podríamos especular acerca de si el partido hubiera sido otro de entrar el balón que Kanouté estrelló en el larguero. Podríamos hacer cábalas sobre otro resultado si el infame Undiano hubiese pitado el posible penaltí contra Kanouté. Pero especular, como el propio Guardiola se encargó de recordar en la rueda de prensa posterior, no suma puntos. El caso es que hubo un abismo entre este Sevilla y aquel Barça. Dos galaxias distintas. El Tourmalet va regular. Un punto de seis. ¿Para qué queremos el trofeo Zamora? ¿Para qué nos sirve ser el equipo menos goleado de primera? ¿Por qué no demuestran los jugadores más temple y evitamos absurdas expulsiones como la de Fabiano, que nos complica bastante el partido contra el Madrid? ¿Espabilamos, o qué?
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