14.1.10

Un león llamado Ivica Dragutinovic

Entre los grandes destacados del partido de anoche contra el Barcelona, mención aparte del impresionante e impagable partido de Andrés Palop y Jesús Navas, que serán también objeto de nuestro análisis en otro momento, queremos destacar a Ivica Dragutinovic. Su crecimiento en este Sevilla ha sido espectacular en los últimos tres años, siendo hombre clave de la defensa en los grandes partidos clave de este Sevilla de tantos y tan apretados triunfos. Drago está demostrando que ama a los colores del SFC por encima de cualquier circunstancia y coyuntura. La fuerza, la garra, la casta, el empuje, el marcaje, el control de balón, la parsimonia en el mando de la defensa, el sentido de equipo y una entrega incondicional frente a cualquier contrincante, grande o pequeño, han colocado a este sensacional pilar de la defensa blanquirroja en el punto de mira de buena parte del sevillismo. Pablo Alfaro, Javi Navarro e Ivica Dragutinovic. ¡Vaya trío de ases!. Con su corazón cien por cien sevillista, ¿no podría ser Drago nuestro próximo Gran Capitán? Ahí queda la cuestión.

Sevilla 0-1 Barcelona: Épico paso de gigante en Copa

A pesar de la tentativa de atraco del nefando y nefasto Clos Gómez, el corazón y la actitud se han impuesto esta noche lluviosa y desabrida de enero al despliegue espectacular de un Barcelona que ha visto truncada sobre la pradera empapada del Ramón Sánchez Pizjuán su victoriosa trayectoria de mejor equipo del mundo. Ha habido un Waterloo para Guardiola y nosotros hemos sido testigos de ese momento histórico. ¡Qué Palop, señores, qué Palop!, ¡qué Navas, señores, qué Navas!, ¡qué Drago, señores, qué Drago! ¡Cuánto sudor, sangre y lágrimas de un Sevilla que, aún desfondado en el segundo tiempo, ha mantenido enhiesto el pabellón rojo y blanco hasta el momento final! La épica ha suplantado felizmente a la física del cuerpo, y a base de tesón, casta y coraje hemos eliminado al más feroz rival que podía ofrecernos la competición del K.O. Lección a aprender y a no olvidar, tanto para el omnipotente Barça como para los nuestros: cuando no llega la estrategia, la calidad o el físico, hay que tirar de los colores de la camiseta. Ahí ha estado nuestro Sevilla. Lección suprema de sevillismo en una noche de enero que no habremos de olvidar jamás. La Copa del Rey, a tiro.