3.10.22

Sevilla 0-2 At. Madrid: Debacle sin paliativos

 Generalmente las crisis de los equipos de fútbol suelen resolverse con el cambio de entrenador, que salvo cláusula de rescisión multimillonaria, suele ser la solución más fácil y la más efectiva. Parece como si los jugadores reviviesen al ver como se echa al coach, quizá temiendo que los próximos en salir puedan ser ellos mismos. El debate en el Sevilla FC gira en torno a si la salida de Julen Lopetegui puede ser la solución o el revulsivo para cambiar la desastrosa trayectoria de colisión que están siguiendo los nuestros. Y es que la media de puntos a siete jornadas de liga nos llevaría a una media total de 30 puntos al final de temporada, esto es, al descenso. Cosas más extrañas se han visto, pero cuando la dinámica consiste en tontear con el descenso, al final hay descenso. 

Mucho nos preocupa una eliminación prematura en Champions, lo que puede suceder si no puntuamos contra el Borussia Dortmund en casa. Podemos, incluso, quedarnos fuera de Europa League. Si el Sevilla pierde su exigencia de estar presente todos los años en Champions, o eventualmente en Europa League, volveremos a un escenario anterior a 2005 que supondría un retroceso histórico para el club.

Y luego, además del entrenador, está la gestión deportiva de la directiva del club, de la que se habla muy poco. ¿De qué ha servido la venta de Koundé y de Diego Carlos, además de para dejar la defensa en cuadro? ¿Quién es el goleador nato que necesitaba una de las delanteras menos goleadoras de la liga española? ¿Ha venido? Los dineros, como siempre, el eterno problema de los clubes, cuanto más grandes, mayor el problema. Habría que estar ya dando explicaciones sobre todo esto. Vamos tarde. Y nadie se pronuncia, seguramente, esperando que la tormenta amaine sola. Pero la tormenta, esta tormenta concreta por la que pasa el Sevilla, no va a pasar sola. Aquí puede haber una catástrofe deportiva y económica como no se tomen soluciones tajantes, urgentes y contundentes. Y para eso hace falta dinero, mucho dinero. Y dinero parece que hay, ¿o no?