31.1.19

Copa del Rey. Barcelona 6-1 Sevilla: un espantoso ridículo

Son muchas las lecturas, y ninguna positiva, las que pueden extraerse del partido de Copa de anoche en el Camp Nou. La primera es que la profesionalidad de los árbitros españoles es, simplemente, nula, inexistente, inédita. El VAR, que nos hizo creer que los diez o quince puntos extra con los que siempre terminan el campeonato el Barcelona y el Madrid se iban a acabar para siempre, ha venido a convertirse en el mecanismo a través del cual los aficionados de los demás equipos, que somos mayoría en España, vamos a tener la prueba documental del robo arbitral sistematizado y mafioso que impera en el fútbol español. Una auténtica vergüenza retransmitida en directo, a 360º, en alta definición y con los espectadores pagando una pastizara a la mafia de los medios televisivos. Nos van a seguir robando en la cara, y además nos van a regalar las imágenes. Para recochineo máximo de culés y madridistas.
Luego habremos de entonar también el mea culpa. Machín, cero. Cero total. Cero absoluto. Ben Yedder y Vázquez en el banquillo, con el equipo naufragando estrepitosamente. Un desastre de planteamiento y de motivación a los jugadores. Jugadores acojonados, histéricos con las evoluciones de Messi y de Suárez. El portero, Soriano, sin nivel alguno. Desastre y bochorno sin paliativos. El mejor equipo europeo de Europa League, el mejor equipo andaluz, uno de los equipos con coeficiente UEFA más alto del continente, ayer fue una piltrafa deportiva sobre el terreno culé, un insulto para su afición, un bofetón con las dos manos para el sevillismo. Hoy podría Machín empezar el día pidiendo disculpas a la afición. Esto no se hace.
En fin, habrá que seguir esperando el santo advenimiento. A este equipo, que tiene grandes individualidades le falta la ambición como el comer. Es una pena. Hace falta alguien en el club que tome nota de esto, y se ponga manos a la obra, porque la temporada se puede ir al garete. Empezamos como un rayo, y ahora solo somos un espejismo. Una pena, una dolorosa pena.