26.9.10

Hércules 2-0 Sevilla: ¿Hasta cuándo?

Quosque tandem abutere, Sevilla, patientia nostra? Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? Quem ad finem sese effrenata iactabit audacia? Nosotros, no lo sabemos. Porque si tenemos que recurrir a Las Catilinarias de Cicerón para explicar lo que está pasando, es que estamos próximos a perder la esperanza. Y es que, como ocurrió con Catilina, este Sevilla se dirige al desastre más absoluto, que no es otra cosa que el retorno a la vulgaridad, a la mediocridad y al ostracismo deportivo. Este Sevilla de hoy es Catilina, porque está traicionando todo lo que nos ha hecho grandes en Europa y en España. Y no es que el discurso del FSU, como el de Cicerón, vaya a condenar al equipo. Ni podemos, ni queremos. Sabemos dónde estamos. Es el equipo, sin embargo, el que se está condenando solo, porque de seguir así, ¿quién va a querer jugar en este Sevilla sin norte ni timonel? ¿Lo arreglaremos vendiendo lo último que se puede vender en esta escuadra esquilmada por errores deportivos mayúsculos? ¿Y qué vamos a traer para cubrir los cien frentes que tenemos abiertos? ¿Más Romarics, Guarentes, Cigarinis, Acostas, Konés, Zokoras, Alexis? La República no quiere patíbulos, ni víctimas propiciatorias. La República no respira por la venganza y el ajuste de cuentas. La República, es decir, el sevillismo, sólo quiere recuperar lo que una vez fue suyo: el honor, el orgullo, la gloria. Hoy sólo quedan vagos ecos de aquello que nos hizo felices a tres generaciones de sevillistas. Salgan pues los responsables al scenarium del templo de Júpiter Stator, donde Cicerón hizo su condena pública, y expliquen a estos ciudadanos de la República sevillista, qué piensan hacer. Y cuándo.